Siempre hay un punto de ruptura. Cualquier persona con una paciencia sin fin, por lo general, no tiene principios o es incapaz de defenderse por sí mismo.
Creo que el divorcio es un buen ejemplo de cómo la paciencia NO es ilimitada.
No sé qué tan precisa sería esta analogía, pero considerando la primera ley de movimiento de Newton: un objeto viajaría en un estado de movimiento continuo en línea recta a menos que fuera accionado por una fuerza opuesta.
La paciencia es como ese objeto. El abuso, la falta de gratitud, la incapacidad constante o la negativa de una parte a corregir los errores, la conciencia de uno y los fuertes deseos de perseguir sus derechos es como esa fuerza opuesta. A medida que se intensifica, la paciencia se ‘ralentiza’ y, finalmente, en un punto se detiene y se da la vuelta.
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Si ese objeto continúa moviéndose, es porque la fuerza opuesta no es lo suficientemente fuerte, no hay llamadas de conciencia, no hay pensamiento de perseguir los derechos de uno o el abuso / la exasperación no es lo suficientemente intenso (créditos por la alta tolerancia), etc.
Podría añadir que cuanto más pesado sea el objeto, mayor será la fuerza de oposición requerida para cambiar su estado de movimiento. Cada uno de nosotros nace con un ‘peso’ diferente de paciencia. Pero en última instancia, hay un valor de “fuerza opuesta” que puede cambiar su estado.