En caso de dolor repetido, el cuerpo se condiciona a sí mismo para absorber el dolor y no dejarlo ir al “centro de acción” del cerebro, lo que no provoca ninguna respuesta al dolor. Es fascinante observar que nuestro cuerpo y cerebro pueden adaptarse a cualquier situación tras la repetición. El siguiente enlace es solo un ejemplo de esto:
Esta mujer vivió 24 años sin saber que extrañaba todo su cerebelo.
El dolor moderado no requiere ninguna respuesta del cuerpo en absoluto. Es el nivel de tolerancia que cada uno de nosotros ha ‘instalado’ y condicionado en nosotros a medida que crecemos. Por ejemplo, un pinchazo puede parecer moderado para nosotros, pero para un niño, el dolor es excesivo.
El dolor inducido intencionalmente es un resultado de la angustia mental. Algunos de nosotros odiamos el desagradable sentimiento de tristeza. Para escapar de eso, intencionalmente inducimos dolor en nosotros mismos, dirigiendo a nuestro cuerpo y mente a enfocarnos en sentir el dolor. De esta manera, los pensamientos desagradables y tristes se pasan por alto.
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