En resumen, no, uno no siempre se convierte en suicida cuando se pierde toda esperanza; para muchos, el instinto de autoconservación es lo suficientemente exigente como para poder atravesar períodos más cortos de pérdida existencial y agonía. Sin embargo, las ideas cruciales que forman el núcleo consciente de nuestra voluntad de vivir se desarrollan lentamente, como un callo, e inexplicablemente, y solo en presencia del sufrimiento continuo.
Según mi experiencia, nunca hay un momento en el que realmente no tengamos esperanza o vivamos sin un propósito o la posibilidad de cambio; y si te encuentras navegando por un tramo particularmente rocoso de falta de sentido, toma la palabra de un compañero errante, la esperanza es eterna. El truco, si hubiera alguno, es encontrar significado y propósito en tu dolor, ya que esto es encontrar sentido en la vida misma.
Mientras respires, ni la vida ni el sufrimiento son evitables, pero no dejes que esto te condene a una existencia vacía y sin alegría (o a ninguna existencia en absoluto). Simplemente, sea amable y de espíritu indomable, el resto se hará cargo de sí mismo.
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