El SII y la depresión son etiquetas generales que albergan una variedad de condiciones dispares y potencialmente contradictorias.
Hablar de conexiones puede basarse en diferentes subconjuntos de cada etiqueta, y no puede generalizarse a los síntomas en lugar de a las causas a pesar de que estas dos condiciones se describen, diagnostican y mantienen a través de los síntomas en lugar de procesos orgánicos definitivos.
Cuando se aclaran definitivamente los procesos orgánicos, como las deficiencias nutricionales, las condiciones hormonales y los trastornos metabólicos, se entienden como condiciones secundarias (o síntomas) de procesos más específicos y potencialmente tratables. La depresión como etiqueta psiquiátrica, por ejemplo, es inescrutable, mientras que la depresión como síntoma neuropsiquiátrico está conectada a un proceso subyacente específico.
Dicho esto, el SII y la depresión pueden compartir una sola causa subyacente (o un conjunto de causas). Hay muchas maneras diferentes en que esto puede suceder, algunas de las cuales son directamente responsables de ambas, pero algunas de las cuales involucran una cascada que solo crea indirectamente ambos conjuntos de síntomas.
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Alternativamente, a veces los factores ambientales que contribuyeron a una experiencia también pueden llevar a la otra. Esto no es necesariamente una “primera causa” en un sentido biológico, sino más bien un sistema de interacciones que crea una propensión a que ocurra el SII y la depresión, o un sistema que explota las vulnerabilidades de subconjuntos particulares de individuos.
A veces, el tratamiento para una condición puede causar la otra, es decir, la incidencia iatrogénica (inducida por el médico) del SII y la depresión son bastante altas. Esto es especialmente importante a tener en cuenta, ya que una estrategia de tratamiento central para ambas afecciones son los psicotrópicos antidepresivos. Dichos medicamentos pueden crear o empeorar las dificultades psicológicas, neurológicas y gastrointestinales, y esta influencia negativa puede durar más allá del tiempo que una persona pasa en psicotrópicos.
La angustia (física, neurológica, psicológica) de la depresión y los agotadores desafíos prácticos de enfrentarla pueden contribuir a síntomas adicionales que se pueden diagnosticar como SII, ansiedad, vejiga nerviosa, migrañas, afecciones de la piel y mucho más. Del mismo modo, las tensiones o preocupaciones que acompañan al SII pueden llevar a luchas psicológicas crónicas como la depresión.
En resumen: sí, el SII puede “causar” depresión, pero no suele ser tan simple o directo, y una progresión directa sin interferencia externa es probablemente bastante excepcional.