No soy un psiquiatra, pero veo a pacientes con trastornos de personalidad con frecuencia, ya que ciertos trastornos de personalidad hacen que las personas tengan más probabilidades de exhibir comportamientos poco saludables que los llevan a presentarse en el entorno médico.
La personalidad implica patrones de percepción, relación y pensamiento sobre el entorno y uno mismo que permanecen relativamente constantes en los contextos sociales y ambientales. La personalidad se desordena cuando estos patrones conducen a rasgos inflexibles y mal adaptados. El comportamiento exhibido por aquellos con trastornos de personalidad tiende a perjudicar el funcionamiento social y laboral normal. Las personas pueden tener dificultades para hacer amigos, mantener relaciones, mantener un trabajo o prosperar en la escuela.
El Manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales, o DSM-5, un manual utilizado por prácticamente todos los psiquiatras y proveedores de atención médica, ha definido diez trastornos de personalidad distintos. Estos se agrupan en tres “grupos” diferentes. Los trastornos de personalidad del grupo A se refieren a personas extrañas y excéntricas, e incluyen personalidades paranoicas y esquizoides. No veo mucho a estas personas porque no tienden a buscar atención más que una persona normal, y posiblemente menos. Los trastornos del grupo B se caracterizan por un comportamiento dramático, emocional o errático, e incluyen trastornos de personalidad narcisistas, histriónicos, antisociales y límite. En el Grupo C, las personas parecen ansiosas o temerosas. Este grupo incluye trastornos de personalidad evitativos, dependientes y obsesivo-compulsivos.
Cada uno de estos trastornos tiene un conjunto único de criterios de diagnóstico establecidos por el DSM-5, que ayuda en el diagnóstico de trastornos de personalidad específicos. En general, sin embargo, hay ciertas “banderas rojas” que deberían alertar a los médicos sobre la presencia de un trastorno de la personalidad. Estos incluyen cambios de humor frecuentes, arrebatos de ira, deben ser el centro de atención, dificultad para retrasar la gratificación, culpar a los sentimientos de los demás y sentirse engañados o aprovechados por el mundo.
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Por supuesto, los diferentes trastornos de personalidad tienen su propio conjunto único de características definitorias. Las personas con trastorno de personalidad narcisista, por ejemplo, muestran delirios de grandiosidad, necesidad de admiración y falta de empatía por los demás. El trastorno límite de la personalidad, que veo comúnmente en el entorno sanitario, está marcado por relaciones interpersonales inestables, problemas con la autoimagen y un control de los impulsos deficiente. Se pueden encontrar descripciones detalladas de los diez trastornos de personalidad en el DSM-5.