¿Alguna vez has sentido esta sensación de crear un escenario de introspección dramática y te sientes mal como si realmente hubiera sucedido?

Como alguien que ama vivir en el mundo que es mi cabeza, a menudo creo escenarios y pretendo que son reales. Para un niño pequeño esto es normal e incluso saludable. El niño generalmente piensa que la situación en cuestión realmente sucedió. Tomemos como ejemplo el fenómeno del “amigo imaginario”. Muchos niños piensan que realmente tienen amigos imaginarios con los que pasan las noches, las mañanas y todos los días. Ir a la cama temprano y crear escenarios, hablar con tu amigo imaginario o inventar historias para contarles a tus padres es algo natural. Incluso ayuda a una niña de cinco años a desarrollar su imaginación.

A medida que crecemos, tendemos a perder la capacidad de imaginar y crear escenarios absurdos. Al menos en la mayoría de los casos. Sin embargo, algunos adultos o adultos jóvenes lo retienen. Los casos pueden diferir, aquí está el mío.

Aunque rara vez creo historias, dramas, que creo de todo corazón, a menudo invento sentimientos o interpretaciones de situaciones para exagerar la mediocridad de mi vida cotidiana. Puede llegar a un punto en el que no estoy seguro de cuál es mi drama inventado y qué es real y auténtico. La vida es más colorida e interesante de esta manera, siempre estás investigando y aprendiendo cosas nuevas sobre tu propia psicología. Pero a veces se vuelve peligroso y nos obliga a perder la noción de la realidad y de nosotros mismos, ¡así que ten cuidado!