Ciertamente puede.
Diferentes personas responden a estas emociones a su manera. Pero a veces la reacción de uno a tales sentimientos también puede diferir, aparentemente al azar. Gran parte de la reacción de uno puede estar muy relacionada con su estado de ánimo en ese momento. Todos sabemos cómo un estado de ánimo bajo o irritable puede mejorar nuestros sentimientos de agresión o rencor.
Se sabe que un centro en el cerebro conocido como la amígdala es activo en el procesamiento de las emociones, especialmente el miedo y la respuesta de uno a ese miedo. En general, se dispara mucho cuando se procesan emociones negativas, por lo que tiene sentido que la ira pueda ir de la mano con la ansiedad y la depresión.
La corteza prefrontal es conocida por ejecutar el control de los impulsos y regular las emociones. En circunstancias ideales, tiene una fuerte conexión con la amígdala y puede modular estos sentimientos negativos para que estén más alineados con la situación actual. En un nivel consciente, esto puede manifestarse como observar algo y pensar sobre esas observaciones. Las conclusiones que hacemos, cuando el sistema se está ejecutando de manera efectiva, altera cómo nos sentimos. Esto nos permite tomar decisiones por algo más que instinto, que puede fácilmente desviarnos.
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Pero cuando se trata de un estado de ánimo bajo o depresión, esta conexión se debilita, a veces sustancialmente, lo que hace que sea más difícil reinar en los sentimientos negativos. Esto puede conducir a la ira ciega o sin restricciones. También puede hacer que sea más difícil mejorar su estado de ánimo a pesar de realizar evaluaciones positivas o tranquilizadoras.
Las personas a las que se les ha hecho daño en el lóbulo frontal (algo que es aparte de la corteza prefrontal), a menudo terminan luchando con el control de los impulsos y el manejo inadecuado de las emociones. Por lo tanto, hay, según todas las indicaciones, un componente muy biológico cuando se trata de la desregulación emocional. Esta conexión entre la corteza prefrontal y la amígdala puede fortalecerse esencialmente a través de la práctica. Esto puede involucrar varias herramientas de afrontamiento y técnicas de entrenamiento, pero todos estamos limitados en cuanto a la influencia que podemos tener sobre esta conexión.
Algunas personas simplemente están más predispuestas neurológicamente a las dificultades emocionales que otras, pero creo que es importante que las personas entiendan esto para que puedan superar el auto resentimiento o el desprecio y adoptar estrategias pragmáticas que les ayuden a vivir mejor sus vidas en paz. Saber nuestras limitaciones puede liberarnos de las cargas de expectativas poco realistas.