Esta pregunta presenta una suposición de que la normalidad excluye la variación emocional.
Es importante reconocer que la experiencia humana requiere inherentemente el flujo y reflujo de la tristeza, el miedo, la ira, así como la felicidad, la satisfacción y la saciedad. Todas las emociones tienen el propósito de conducir nuestros comportamientos.
Cuando nos encontramos con algo que nos entristece, nos altera nuestros patrones, aprendiendo o adaptándonos. La tristeza es una respuesta normal y racional a una pérdida no planificada no deseada. Podemos usar esa emoción para tomar medidas para evitar las circunstancias que permitieron la pérdida en primer lugar; O tomamos medidas para encontrar una nueva fuente de satisfacción. No siempre tenemos éxito, pero lo intentamos. Del mismo modo con la ansiedad, que podría interpretarse como un miedo a la pérdida inminente. La ansiedad inspira acción para proteger lo que se valora.
Los humanos normales tienen depresión. La gente normal tiene ansiedad. La vida sin ninguno de los dos es insalubre. Por otro lado, no es normal vivir la vida con una felicidad desenfrenada. ¿Te imaginas sonreír ante la muerte de una mascota? ¿Imagina no estar ansioso durante un atraco? Sería insano y peligroso pasar por estos eventos con la felicidad como la emoción principal. ¿Alegría al llegar la última en la carrera? ¿Marido cuando descubres que tu cuenta bancaria está vacía de repente? Vaya, ¿verdad?
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El problema es cuando la depresión o la ansiedad se convierten en las emociones dominantes. Aquí es donde las cosas van mal y siempre recomendaré discutir esto con un profesional clínico (médico, consejero, asesor espiritual). La felicidad y la euforia como emociones dominantes sin el contexto adecuado también son problemáticas.