Siendo que la ansiedad y la depresión son dos cosas diferentes, responderé de esa manera.
Con la depresión, he aprendido que es una verdadera enfermedad que se origina en el cerebro. No puedo controlarlo, no puedo detenerlo, no lo hice realidad y ciertamente no me gusta.
Con ansiedad, he aprendido a recordar, cuando estoy en el límite o me siento ansioso, que esta vez, esta situación, este momento, este problema, pasará. O bien necesito ignorar lo que sea, ya que no es mi problema y necesito alejarme y no involucrarme en absoluto, o debo tomar una decisión. Hacer esto no es algo simple o fácil de hacer. Tratar de decidir sobre algo puede ir de un lado a otro durante una cantidad interminable de días, mientras que puedo pasar la edad preocupándome por eso. Pero con mis decisiones, estoy de pie en una valla. Si decido no hacer algo, entonces estoy optando por dar un paso atrás fuera de la valla. Voy por lo conocido, lo familiar, lo seguro y lo seguro. Y allí me puedo quedar para siempre más. Si elijo seguir adelante, alejándome de la cerca, estoy arriesgando lo desconocido. ¿Qué pasa si fallo, qué si lo odio, qué pasa si no funciona? ¿Qué pasa si no fallo? ¿Y si me encanta? Lo desconocido da miedo, pero es aprender algo nuevo. Y, en verdad, si se bombardea totalmente, entonces PUEDO dar un paso atrás en cualquier momento.
Trato de recordar estas cosas, así que trato de no dejarme torcer, si es posible.
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